Silencio y solo silencio, cuando hace un instante, antes de que se escuchara un gran estruendo, disfrutaban del sol, los pájaros y un cielo azul y limpio en los Pirineos.
Oscuridad, silencio y falta de aire, siente que se ahoga y hace un esfuerzo en recordar que hacer para poder respirar. La cara se le esta helando y no sabe hacia donde tiene que moverse, para que lado debe salir, le falta el aire, se ahoga, los pulmones le empiezan a arder y recuerda que tiene que hacer un hueco lo mas grande posible para crear un pequeño espacio de aire.
No puede mover las manos, lo intenta pero es como si un gigante se las aprisionara, le estrujara contra el en un abrazo mortal.
Suena el despertador en el Refugio de la Renclusa , las 4 de la mañana de un bello día de primavera, están toda la cuadrilla, en una excursión del club de montaña, para subir al Pico La Maladeta, en Benasque, un gigante de 3.308mts.
Hay poco tiempo y deben organizarnos para desayunar y empezar a andar antes de que el sol caliente y la nieve acumulada empiece a derretirse.
-¿Quien tiene el desayuno?- pregunta Alberto medio somnoliento- Ah! Es Pedro quien se debía de haber encargado de comprarlo. Pedro, Pedro, ¿donde están el cola Cao y las galletas?.
No lo se, responde, a mi nadie me había dicho de traer nada.
Como que no! le increpa Nuria, yo misma te llame ayer para recordártelo y como siempre has hecho lo que te ha dado la gana, aunque esta vez te has pasado.
Yo- dice Pedro- entendí que cada uno se trajera lo suyo, y yo me he traído un par de colacaos pequeños de esos de beber.
Si todos hiciéramos lo mismo- le reprocha Nuria- no comeríamos hoy ni los demás días, ya que el resto nos hemos organizado y hemos traído víveres para todos.
-Eres un estupido egoísta y por tu culpa, tendremos que empezar a andar sin desayunar, bueno repartiéndonos tus colacaos- le espeta Alberto arrebatándole los colacaos y unas pocas galleta que Pedro tenia asidas en su mano.
Poco tienen para desayunar y para colmo Nuria le saca la cara a Pedro diciendo que no lo hizo queriendo, que ha sido solo un despiste..
Pedro es su amigo, y ahora solo piensa en que no le volverá a ver, en que probablemente no podrá volver a ver a su familia, de la que apenas tuvo ganas de despedirse para no tener que oír un sermón del viejo y no disgustar a su madre diciéndole donde tenían pensado ir. No podrá declararle a Nuria su amor y decirle que deje de perder el tiempo con Pedro, un egoísta que solo mira a su ombligo y que nunca será capaz de hacerla feliz.
A duras penas consigue mover una mano y hacer un pequeño hueco que le permite respirar, no sabe en que posición esta y si excavando saldrá a la superficie o se hundirá mas.
El día esta despejado, y el sol empieza a calentar las cumbres de valle de Aran, el grupo sigue la ascensión por una empinada ladera, cubierta de nieve , que cruje bajo las botas reforzadas con crampones y manos ayudadas con piolets.
El blanco de la nieve se funde con el azul del cielo y Pedro en un alarde de valentía y desconocimiento desoye los gritos de los demás y empieza a andar por una cornisa de nieve virgen después de haberse adelantado del grupo.
Nota que la nieve cruje y empieza a deslizarse, no le da importancia hasta que el infierno se desata a sus pies, y la nieve acumulada en la cornisa empieza su alocada carrera atrapando y llevándose cual océano blanco todo lo que encuentra en su camino.
Consiguiendo llegar a la radiobaliza que esta en el bolsillo del costado de su chaqueta la acciona y espera un milagro, que alguien la detecte, que alguien se haya salvado para poder avisar a la patrulla de rescate.
Siente que algo duro le toca, le falta el aire y sabe que no aguantara mucho, otra vez nota algo que le toca, que intenta atravesarle, es la varilla metálica de los rescatadores, le sacaran aunque puede que cuando lleguen este muerto, un rayo de sol se entrevé en la nieve, una mano le coge de la chaqueta, le pone en una camilla, se ha salvado… ya nada será igual.