lunes, 5 de marzo de 2012

Paseo

Como un animal errático me adentro en la espesura de un bosque habitado por el silencio.
Siento en mis pies las huellas de los años talladas con martillo en las piedras.
Los arboles me observan como si fuera un extraño, susurran con sus ramas y sus hojas cuchichean improperios.
El musgo y el liquen, asociados en intima convivencia, esconde piedras amenazadoras, incisivas, afiladas, que en su inmovilidad pretenden agredirme.
El arroyo se expande en sus cascadas, corre raudo a avisar a sus riberas de mi intrusión, de mi ingrata presencia, solo bien recibida por el graznar de los cuervos.

Casa

En una casa rota,
abandonada,
bañada por el sol
que entra por el hueco
de un tejado caído,
un muñeco sucio
espera a un niño
que le coja.

Vampi

Esta en su jaula
siente una luz,
oye
el acogedor vacío de
la puerta del frigorífico,
corre en su rueda
y me mira, riéndose,
con sus ojos rojos
mientras le acerco una hoja de lechuga.