Sales a la calle por la avenida llena de arboles, y te sigo,
una hoja a la que arrastra el vacio que dejas al andar, me
pego a tus zapatos, me transformo en una suela cómoda,
de esas que transpiran , que hacen que tengas los pies calentitos
en invierno.
Desconsiderado de ti que me metes en un charco, entonces me transformo
en un leve sirimiri que te va empapando, calándote por dentro hasta llegar
a tu corazón.
Me vuelvo tu sangre, roja y llena de glóbulos, circulo por tu cuerpo dichosa,
llena de felicidad, dando un paseo por todo tu interior.
Salgo por tus ojos en forma de lágrima, recorro tu mejilla y en forma de leve
manchita húmeda me cobijo en la manga de tu chaqueta confiando que no
me laves nunca.